Remontarnos a la historia del Honorable Cuerpo Consular en Guayaquil, implica necesariamente un viaje atrás en el tiempo en el que encontramos una serie de acontecimientos en los que desfilaron importantes personalidades, quienes con su oportuna intervención en distintos aspectos, políticos, económicos y comerciales, marcaron la historia, pero sobre todo por la solidaridad que muchos de estos funcionarios han tenido en pro de los habitantes de esta urbe porteña; tal es caso en la pandemia de fiebre amarilla, en el que las colonias extranjeras representadas por los pocos Cónsules acreditados en esa época ante el Gobierno de Quito, ayudaron para que en el puerto principal se recibieran medicinas y se brindara atención médica durante esa crisis.
Y es que en efecto, en el caso específico de Guayaquil y refiriéndonos al Honorable Cuerpo Consular, todo conocedor de la historia de nuestra ciudad no puede desconocer la enorme importancia que esta agrupación ha tenido para la vida del Ecuador y la ciudad; Ya que, desde los albores mismos de la República desempeñó un papel de vital importancia para los destinos de Guayaquil y del Ecuador entero, pues si recordamos el agitado siglo XIX y las discordias civiles, muchas veces convertidas en contiendas bélicas veremos que gracias a la atinada intervención de los Cónsules mitigaron su rigor o consiguieron acuerdos amistosos. Basta solo recordar por ejemplo que en el enfrentamiento militar entre los seguidores del 6 de marzo y los partidarios de Flores, fue la intervención directa y atinada de los Cónsules la que contribuyó poderosamente al convenio de Virginia, o, para citar otros ejemplos cuando las fuerzas restauradoras tomaban Guayaquil en poder del General Veintimilla o, en fin cuando años más tarde la mediación de los Cónsules trató de salvar a Eloy Alfaro y sus tenientes, lo consiguió en el papel que signaron ambas fuerzas y que lamentablemente después no supo o no pudo cumplir el Gobierno Central. Igualmente, en el 28 de mayo cuando una revolución atacó los cuarteles de los carabineros, nuevamente la intervención consular mitigó rigores.
Gracias a las democracia que ascendía y a la mayor institucionalización nacional han desaparecido de nuestra historia los encuentros armados, la guerra fratricida, el enfrentamiento entre hermanos, pero eso, no ha significado que la actividad del Cuerpo Consular haya cesado, simplemente cambio de rumbo dedicándose como lo hace desde muchísimo tiempo atrás en brindar cooperación, en enfrentar problemas sociales y volcarse por entero en la ayuda a la comunidad: dispensarios médicos, programas de asistencias, programas culturales y una serie de actividades que demuestran las supervivencia generosa en ser parte del tejido social de la ciudad y el país.
Desde el 24 de octubre de 1968, el Cuerpo Consular se integró oficialmente como una especie de “hermandad”, que más allá de ser una institución de prestigio que deviene de los mismos miembros que lo integran, ha volcado sus esfuerzos en la ayuda a la comunidad, en el área de la salud, educación y cultura.
Entre 1990 y 1991, durante el Decanato de Estéfano Isaías Dassum, cónsul Honorario de la Republica Dominicana, se pensó en la construcción de una sede propia para el Cuerpo Consular, y es el 11 de Diciembre de 1995 que se inauguró el edificio principal, el cual es una obra sobria y elegante.
La sede cuenta con dos obras artísticas de Gonzalo Endara Crow, un mural y un globo terráqueo, además de un amplio y elegante salón en el que se realizan eventos, habiéndose inaugurado en 1999, durante el Decanato del Sr. Juan Doumet Antón, H. Cónsul de Honduras , el anexo donde funcionan las oficinas del Decanato, Asistente, sala de recibo y salón de directorio.
Durante el Decanato del Sr. Xavier Simon Isaías se remodelaron las principales áreas de la Sede y se reconstruyó una nueva sala de recepción, diseñada especialmente para el recibimiento de los diferentes diplomáticos que honran con visitar el H. Cuerpo Consular de Guayaquil.
Quienes visitan la moderna sede del Honorable Cuerpo Consular de Guayaquil, se sienten cobijados por la égida de la hermandad, y saben que poseen un lugar donde cada reunión deja algo positivo para la comunidad, particularmente en esta ciudad que ha recibido a valiosos representantes consulares.